El servicio abnegado
La persona impulsada por una benevolencia verdadera, desinteresada, participa de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia; mientras que los egoístas y avaros han acariciado el egoísmo hasta el punto de haberles hecho marchitar sus simpatías sociales, y de hacer que sus rostros reflejen la imagen del enemigo caído más bien que la de la pureza y santidad (Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 473, 474).
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