Si la tarea de Carlos Camargo en la Defensoría del Pueblo era acabarla, lo logró. A punta de contratos, favores políticos, viajes innecesarios y cambios de línea desconcertantes, socavó la credibilidad que le quedaba a esta entidad. Sigue a La Pulla en Redes Sociales YouTube: Suscribirse Twitter: Nuestra red de canales El Espectador: Suscribirse
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