Expresos estadounidenses tienen problemas para reinsertarse en la comunidad ante la falta de empleo e inseguridad social
Estados Unidos tiene la población carcelaria más alta del mundo y para muchos de quienes han sido condenados por cometer un crimen, su castigo va más allá de la pena impuesta o de los muros de la propia prisión. El estigma social persigue a muchos exconvictos. Además, hay un gran número de procedimientos que dificultan el acceso a cuestiones básicas como el empleo o la vivienda. Las organizaciones sin ánimo de lucro denuncian que, en muchas ocasiones, quienes cuentan con un récord criminal no tienen más opción que volver a delinquir.
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