Cuba: Unos cuantos culpables y millones de inocentes
Regresé y vi mi casa. Hoy vive una señora con dos niñas pequeñas en ella. Todas vinieron de Holguín luego de un ciclón. En esa casa yo crecí, hasta mi perro favorito está enterrado en el jardín. Incluso las huellas marcadas en el concreto de la entrada son mías. Pero lo se, esa señora no me conoce por mi nombre y no sabe quien soy. Tampoco sabe que en ese banco del patio me sentaba a hacer mis tareas. Justo ahí aprendí a tocar la guitarra Apuesto a que ella no se imagina que en esas escaleras yo jugaba t
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